En "La próxima legislatura lograremos el pleno empleo en España"; decía en su tiempo José Luis Rodríguez Zapatero en un debate del estado de la nación. ¿Qué hacía sino prometer lo que su pueblo quería? Las personas no respaldan, ni siguen a quienes no son capaces de ofrecerles algo.Solo hay una forma de lograr que otra persona haga algo, y es hacer que quiera hacerlo. Usted podrá conseguir de otra persona lo que quiera, de dos maneras: motivándolo a que lo haga u obligándolo a hacerlo. La segunda tiene peligrosos e indeseables efectos secundarios. El secreto de la primera está en descubrir lo que incita a esa otra persona a actuar, y una vez descubierto, proporcionárselo. Las motivaciones son el carburante de la voluntad.
Lo que anima a los individuos es muy diverso, sin embargo no es difícil descubrir qué valora la mayoría de la gente, ya que existen un grupo de “elementos comunes” que importan a todos los seres humanos.
Según Sigmund Freud, lo que mueve a la gente cabe en una oración de ocho palabras: “el sexo y el deseo de ser grandes”. Esto, aunque es una teoría reduccionista, nos da indicios de lo que motiva a casi todo el mundo. Por ejemplo, lo que la mayoría de las personas normales quieren es: salud, alimento, libertad, satisfacción sexual, dinero y las cosas que este compra, seguridad, bienestar para los hijos y un sentido de “propia” importancia. (1) La persona que pueda proveer a otra
estos medios, conseguirá mucho de ella; y si puede proporcionárselo a muchos,
será su líder indiscutible.
La principal cualidad de un líder es conseguir que un grupo de personas le sigan, sin seguidores no hay liderazgo. Y aunque la mayoría de los seres humanos les “encanta” (a) el liderazgo, muy pocos lo consiguen de manera efectiva. Para ser líder no basta con desearlo. Hay que conocer lo que quiere la gente, hay que identificarse con sus intereses y hay que estar dispuesto a procurárselos para poder influir sobre ellos.
En "La próxima legislatura lograremos el pleno empleo en España"; decía José Luis Rodríguez Zapatero en un debate del estado de la nación. (2) ¿Qué hacía sino prometer lo que su pueblo quería? Las personas no respaldan, ni siguen a quienes no son capaces de ofrecerles algo.
Esa es la razón por la que este año 2014 será el peor para el ya debilitado, Sistema totalitario cubano. ¿Las razones? Esta metido en el más grande atolladero político y económico de su vida. Y está obligado, por circunstancias económicas e históricas, a efectuar unos cambios que traen aparejados un enorme costo social. Cambios que, aunque indispensables para la propia supervivencia del aparato gubernamental, enmarcan una voluminosa aureola de impopularidad y escepticismo general, convirtiendo el actual proceso, en una peligrosa carga explosiva pronta a estallar en cualquier momento.
Y para colmo de males poco tienen que ofrecer a cambio. ¿Salud? ¿Alimento? ¿Libertad? ¿Dinero y las cosas que este compra?, ¿seguridad?, ¿bienestar para los hijos?, ¿un sentido de “propia” importancia? No. Todos saben que estas cosas fueron promesas del pasado y que en las actuales condiciones, de arriba solo viene un “apretar de tuercas”, y la “sopa” del mismo discurso estridente y reiterativo, ahora menos estridente y más apelativo, mostrando debajo de la alfombra una debilidad que a estas alturas no se puede esconder. Mientras tanto, la arenga antiimperialista -ilegible para un pueblo que se escapa cada vez que puede- no se actualiza, no se modifica inteligentemente de acuerdo con las circunstancias. No se pule para los acordes de un oído más informado y menos creyente.La principal cualidad de un líder es conseguir que un grupo de personas le sigan, sin seguidores no hay liderazgo. Y aunque la mayoría de los seres humanos les “encanta” (a) el liderazgo, muy pocos lo consiguen de manera efectiva. Para ser líder no basta con desearlo. Hay que conocer lo que quiere la gente, hay que identificarse con sus intereses y hay que estar dispuesto a procurárselos para poder influir sobre ellos.
En "La próxima legislatura lograremos el pleno empleo en España"; decía José Luis Rodríguez Zapatero en un debate del estado de la nación. (2) ¿Qué hacía sino prometer lo que su pueblo quería? Las personas no respaldan, ni siguen a quienes no son capaces de ofrecerles algo.
Esa es la razón por la que este año 2014 será el peor para el ya debilitado, Sistema totalitario cubano. ¿Las razones? Esta metido en el más grande atolladero político y económico de su vida. Y está obligado, por circunstancias económicas e históricas, a efectuar unos cambios que traen aparejados un enorme costo social. Cambios que, aunque indispensables para la propia supervivencia del aparato gubernamental, enmarcan una voluminosa aureola de impopularidad y escepticismo general, convirtiendo el actual proceso, en una peligrosa carga explosiva pronta a estallar en cualquier momento.
Nunca el pueblo cubano ha estado tan desprotegido ni ha tenido una administración que pueda hacer tan poco por él. Y no es que no quieran hacer, creo que si tuvieran algo que dar, darían; para apaciguar los ánimos, aligerar la presión y avivar la autoridad de un proceso que se extingue. Pero nada tienen. Es tan pobre el Sistema como lo son sus propios ciudadanos. Nada tiene para dar. Nada ofrece. Por eso se detiene. Atascado gira sobre sí mismo en un impulso último de supervivencia y comienza a tragarse a sus propios hijos. Sus propias células. Como un organismo que padece hambre. Y se devora. Primero las reservas hepáticas, después las gasas, al final los músculos…
Nunca los cubanos han tenido un futuro más penoso. La economía se hunde y pretenden reflotarla a expensas de los que la sustentan. Un pequeño ejército de cubanos que recibía beneficios de sus amigos o familia en el exterior, ahora ven recortadas sus mercedes por una decisión inapelable. Una hueste de cubanos que se defendía con la venta del peso de su equipaje para ir a visitar a su familia en Cuba, ha sido considerada un peligro para las propias empresas estatales y se ha aplicado un “menú aduanal” que le “tumba los dientes” a cualquiera.
Apestan estas nuevas medidas. La enorme crisis se desborda como una fosa hedionda y los primeros que tienen que tragarse el agua negra son los más indefensos. Los desapoderados de la nación. Desapoderados que no ha sido eximidos de alimentar a sus familias y que quedarán reducidos en bienestar importado y donaciones familiares a una magra ración digna de la mentalidad igualitarista. Un régimen que quita, quita y quita… trabajo, dinero, bienestar para los hijos, sentido de “propia” importancia y nada da. Nada. Como no sea demagogia y promesas.
Ahora se acerca el cambio de moneda. Y la gente aterrada no sabe a qué santo rezarle. Porque los cambios en Cuba, cuando se aplican terminan siempre arrancando miles de cabezas. Pero no cabezas altas, curiosamente las que terminan cayendo son las del primer escalón. Las de los que andan a pie, viven de una jubilación o absorben menos de un dólar al día. Pero el retumbe de tambores prosigue. Y el coro dice: reformas, reformas, reformas…
Las reformas debieron empezarse antes. Hace ya tiempo, académicos y especialistas veían venir la hecatombe, pero nada cambió. El tiempo político es lento, pero el tiempo económico corre. Las condiciones no eran políticamente apropiadas, ni las recomendaciones económicas, políticamente aceptables. Un divorcio entre lo que se debe hacer para salvar la economía y lo que se puede hacer para mantener el estatus socialista. La economía trabaja con números, la política con principios. La economía parte de cálculos de oficina sobre papel en blanco, la política sobre las capas sociales que sustentan su propio poder. Un error de calculo económico puede costar un borrón, una tachadura o a lo sumo un cambio ministerial. Un error en el cálculo político derrumba una estructura completa de poder. Todo este conflicto entre el tiempo político y el tiempo económico fue consumiendo el trecho que hacia falta para hacer menos drásticas las reformas. Al final resultó que estas debían hacerse de todos modos, bajo peores condiciones.
El resultado aflora irremediablemente. Una enorme crisis de liderazgo que el poder disimula y ataja como puede, le atenaza (b). Con los que iniciaron el proceso, se va el proceso mismo y en parte es su propia culpa. Se negaron a aceptar auxilio de las nuevas generaciones. Quisieron hacerlo a su manera y ahora están varados en medio de su ortodoxia. Con zapatos de cemento.
Entonces sucede lo que sucede cada vez que un Poder no acepta su decadencia, ni está dispuesto a perder sus privilegios. Usa la fuerza. La fuerza, el recurso extremo. El último recurso. Quienes sienten la fuerza que ajusta y comprime desde arriba y desde lejos, no ven el líder sino el amo. No es lo mismo tener partidarios que siervos.
Pero la fuerza -a pesar de todo- es un recurso efectivo. Inmediato. Es la segunda forma de conseguir que la gente haga lo que quieres que haga. Y fluye el autoritarismo y la represión para esconder la debilidad, mientras se van rompiendo los últimos compromisos. Los últimos lazos. No se gana el favor del pueblo con las bayonetas, o las porras de las Fuerzas Especiales; como no se saca miel, dándole patadas a la colmena.
¿Quién manda aquí ahora? El liderazgo glorioso se ha tornado cada vez más agreste y ofensivo. En su afán por conservarse se vuelve sin remedio contra los que lo sustentan desde abajo. Se va perdiendo esa representatividad colectiva que le permitió tanta autoridad como liderazgo. Entonces la gente deja de ver legítimo el poder instituido. Porque un poder que no piensa nada más que en sí mismo, pierde definitivamente su influencia pública. O algo peor, se deslegitimiza. Desempleo, hambre, falta de seguridad, privación del sentido de “propia importancia” y un poder deslegitimado es: ruptura del pacto social.
La crisis aflora. Nada que ofrecer. Nada que dar. Ni proyectos, ni subsidios, ni promesas. Si se tiene en pie todavía es por el hálito de los viejos mitos que aun no han muerto; o por la incapacidad de liderazgo que también padecen los que se oponen al viejo régimen.
La solución sería abrir puertas, dejar que los nuevos aires ventilen esta Cuba viciada de totalitarismo. Acre de pudriente economía. Abrir ventanas y secar al sol las viejas sabanas, hediondas con los orines del miedo. Tirar a un lado las eternas pancartas, los rencores; para sacar el arte, la creatividad y el espíritu emprendedor que llevamos los cubanos dentro.
Pero no están dispuestos tampoco. Hay miedo de la libertad, de la autonomía y de la soberanía de los propios ciudadanos. Un Poder que desconfía de sus ciudadanos, no los representa. Definitivamente.
Roto el vínculo, la sensación que sentimos es que hemos puesto todos nuestros ahorros en un banco que, después de medio siglo de espera, se ha tragado nuestros intereses.
Lo que fue en un tiempo un símbolo de hombre nuevo, hoy no es más que un relojero ciego, que no obstante su incapacidad para echar a andar la maquinaria, rehúsa delegar en otros, su gran responsabilidad.
Notas:a) Según Juan C. Eichholz, un estudio de una universidad arrojó que, solo una persona de las 1452, que presentaron candidaturas para posgrado, no deseaba ser líder. (¿Es usted un líder? Juan C. Eichholz. El Mercurio: 6 de octubre 2007)b) Según fuentes, el rápido incremento de los delitos de “atentado” y “lesiones” ha provocado que las autoridades judiciales se vean obligadas a modificar su política penal para tratar de contener el fenómeno delictivo. Las modificaciones se basan fundamentalmente, en un recrudecimiento de las sanciones, aunque reconocen que el origen de este fenómeno, es la actual situación sociopolítica por la que atraviesa el país en estos momentos. (Nota del autor)---------------------Fuentes:1. Dale Carnegie - Como ganar amigos e influir sobre las personas2. José Luis Rodríguez Zapatero -Debate del estado de la nación, 3 de julio de 2007
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