Días idénticos y grises
en los que el tiempo se escurre como agua
por la fractura de un cántaro mal horneado.
Y pasan las horas
arrancándonos la vida grano a grano
hasta que quedemos reducidos
a la armadura de alambre que llevamos dentro,
estatuas
que la lluvia y el viento va descubriendo
delgadas, oxidadas, mustias.
Después…
una lápida silenciosa
testigo de que alguna vez fuimos algo,
o estos versos
atrapados en el cuaderno de un soñador solitario
(insectos de una telaraña)
Y, ¿Qué puedo hacer?
cerrar los ojos y callar
esperando el último latido,
imaginando en medio de tanto abandono
que, tal vez, alguien me recuerda.
13 de enero 2006.
Emotivo y triste
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