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A no ser que se indique lo contrario, todos los textos publicados en este blog han sido escritos por Jesuhadín Pérez Valdés

martes, 24 de febrero de 2015

"Revolucionarios": el pésimo producto. De lo que fuimos, a lo que somos en Cuba.


¿Qué es lo que necesita un país para desarrollarse: ingenieros o revolucionarios? Eso siempre depende de lo que se pretenda, de lo que se defienda y de quien lo haga. La historia habla por sí sola, pero en la Cuba de ahora, hieden los razonamientos.
“_¡Escúchame bien, nosotros no formamos ingenieros, porque Cuba no necesita ingenieros, nosotros formamos revolucionarios que es lo que el país necesita! Esto es una escuela de revolucionarios y para revolucionarios, tu actitud no se corresponde con nuestros propósitos y eso compromete seriamente tu estancia en este centro”

El imperativo era de una autoridad docente. El motivo de tal, correspondía a un estudiante de primer año que por razones de conciencia se había negado a desfilar el 1 de mayo con el resto de sus compañeros. Para ser justo no era el único que no había asistido al acto, pero sí el primero que exponía de manera clara los motivos por los cuales no asistiría. ¡Y fue una bomba!

Su argumento era razonable: "el desfile por el 1 de Mayo en Cuba ha perdido su esencia obrera y proletaria. Se ha convertido en un instrumento propagandístico del gobierno". ¿Cabe duda de eso? Tal argumento habría funcionado con personas razonables, pero en un Sistema como el cubano aquello apestaba a herejía. Era demasiado sensato y demasiado cierto.

La ortodoxia revolucionaria no soporta estos razonamientos matemáticos; por frívolos. Sin esas voluptuosas y falsas "emociones revolucionarias", la nota suena proimperialista. No; definitivamente alguien que piensa con tal lógica jamás será un "revolucionario". Un revolucionario de verdad es realista: acepta lo imposible.

sábado, 14 de febrero de 2015

Carta a monseñor Jorge Enrique Serpa.


Monseñor Jorge Enrique Serpa:

Pinar del río tenía una luz pequeña que iluminaba toda Cuba. Y nada molesta más a la noche que el desafío de una luz. No importa el poder de esta, la tiniebla gruñe por el atrevimiento.

Muchos han conocido la fuerza de la verdad a través del minúsculo espacio de un centro y un puñado de publicaciones. Muchos han mirado con regocijo el papel de la iglesia en este proyecto social y cívico que la muestra ya no estrictamente ligada a la comunión espiritual estrictamente si no también comprometida con la justicia social. Sin embargo usted de un plumazo ha transformado todo, perjudicando seriamente una labor de muchos años. Usted ha apagado de un soplo la única luz con que contábamos. Usted será el responsable de la oscuridad que se avecina.

Monseñor; no es buen pastor el que deja esparramadas las ovejas para proteger sus posesiones de las dentelladas de los lobos; Cristo pudo derramar su místico poder en ricos y gobernadores. Hubiera sido seguro y rentable. Habría tenido una vida terrena próspera y tranquila… pero prefirió a los marginados y a los desposeídos, a cambio recibió el calvario. Es el precio de la justicia. Todos desean el cielo pero pocos están dispuestos a morir.

La obra estaba hecha cuando usted llegó. Fue puesta en sus manos. Usted la desmembró sin aparentes cargos de conciencia. Trae bajo la manga su propia obra. Suya es la responsabilidad. Del prejuicio causado a Cuba y a su Iglesia tendrá que responder ante la historia. Rezaremos por usted monseñor Jorge Enrique serpa, quizás no sabe lo que hace.

¡Ojalá pueda vivir sin remordimientos!

Primavera del 2007

Esta carta fue enviada con motivo del cierre de la revista Vitral y el desmantelamiento del CFCR de Pinar del Río. Fue firmada por más de una veintena de personas y posteriormente enviada a monseñor Jorge Enrique Serpa, obispo en función en 2007.

Nunca hubo respuesta.

Diálogo: el antídoto de las diferencias.

“En el principio era el verbo…” (Juan 1:1)
1958. Dos fuerzas combaten en el Escambray cubano. Dos fuerzas le apremian iguales pretensiones; pero las diferencias provocan desagradables incidentes. Arrestos, degradaciones y expulsiones del territorio beligerante. La situación se torna insostenible. La selva rebelde rebasa el rojo vivo. No se atiza la maleza, son los hombres los que arden. La patética crisis da inicio a las conversaciones. Posteriormente… el pacto de “El Pedrero”. Unidad y diversidad son posibles.

Este pacto, refrendado en la intimidad del campo cubano, sin salvas de artillería ni fuegos artificiales, hizo temblar las losas del piso a Fulgencio Batista en el Palacio Presidencial.

Las diferencias son las huellas de la diversidad. Son además el resultado de la interpretación de los intereses y las intenciones y pueden crear barreras infranqueables si no se interrumpen con el sentido común del progreso y el perfeccionamiento general.