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A no ser que se indique lo contrario, todos los textos publicados en este blog han sido escritos por Jesuhadín Pérez Valdés

lunes, 20 de abril de 2015

La pena de muerte, ¿protección o amenaza ciudadana?




En la antigüedad la manera más común de extinguir gravámenes penales severos era con la vida. Ya no. Cada vez son menos los Estados que recurren a este método como recurso penal, sin embargo, la pena de muerte, la más antigua de las condenas, continúa presente en nuestra legislación contemporánea. Riesgos y beneficios para la ciudadanía en general. Anatomía de una sanción latente.


“La sanción de muerte es de carácter excepcional, y solo se aplica por el tribunal en los casos más graves de comisión de los delitos para los que se haya establecida”. Artículo 29.1; Ley No 62 del 29 de diciembre del 19871. Veinte y ocho, de los trecientos cuarenta y ocho  artículos de esta ley la contemplan como posible sanción.  Veinte y dos son aplicables a delitos relacionados  de alguna manera con la seguridad del Estado,  esto coloca esta ley entre las más terroríficas del mundo, y a nuestro Estado cubano y socialista, en uno de los más protegidos penalmente del orbe civilizado.

En la antigüedad la manera más común de saldar las deudas penales era con la vida. Ya no. Cada vez son menos los Estados que recurren a este método como procedimiento penal.

Guerras, dictadores y revoluciones son los fenómenos más prolíferos en el uso de este recurso jurídico. El proyecto de código penal ruso utilizado contra los eseristas2,  tenía solo seis artículos que justificaban la muerte. Por eso a Lenin no le gustó. ¡Si viera el nuestro cubano, vigente actualmente saltaría de alegría…!

sábado, 18 de abril de 2015

Los hombres y las mujeres, ¿llegamos de planetas diferentes?

Hace unos días alguien colocó en Facebook la foto de una planta y un intrigante comentario. Cuando alguien se inquietó, la respuesta resultó ser más enigmática aun. Aunque no intervine directamente en el asunto -por considerarlo fuera de mi «competencia masculina» (puro machismo)- no pude evitar la incertidumbre de no poder disipar el acertijo de “aquellas flores…” Luego entonces pensé: ¿Dios por qué son tan raras algunas personas? El post era de una mujer. Esta conducta la he observado generalmente en mujeres. Es genérica.

Y es que los hombres somos tan diferentes que nos cuesta comprender.

Los hombres somos pragmáticos: vamos a donde vamos para algo y por algo. Lo demás es una pérdida de tiempo. Una distracción. Consideramos que lo que hacemos tiene valor si funciona. Creemos en los resultados. El proceso es un camino tortuoso, monótono y en ocasiones angosto. El objetivo es el premio. Sin él no hay éxito. Por eso las cosas inconclusas nunca nos gustaron. Ni los proyectos poco claros. Indefinidos. De manera que jamás entenderemos qué hace nuestra esposa en el departamento de cosméticos de una tienda si lo que necesitamos en casa son lechugas.

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martes, 14 de abril de 2015

La Constitución del 40: anatomía de un documento histórico. Del orgullo a la praxis.



Mil novecientos cuarenta, Europa entera se sacude a cañonazos mientras los cubanos estrenamos la Constitución más avanzada y equilibrada del mundo, representando todas las vertientes ideológicas y políticas, desde las más radicales hasta las más conservadoras, convirtiéndonos, de hecho, en ejemplo de lo que pueden lograr los cubanos cuando deponen la intolerancia  y subordinan el partidismo  al interés supremo de la Nación.

Era el 10 de octubre de 1940. Faltaban 82 días para que finalizara el año, cuando entró en vigor, lo que sería, a decir del Dr. Jorge Mañach en la sección inaugural de la Convención Constituyente el 9 de febrero de 1940, la materialización “del largo y dramático anhelo nacional, hondamente arraigado en el terreno moral de la patria”. Conjugamos en esta extraordinaria Constitución, el reto de conciliar las relaciones entre los derechos inalienables del hombre y las más genuinas exigencias sociales. La historiografía recogería la Constitución del 40, como una de las mejores y más progresistas de su época.

¿Qué pasó con esta excelsa obra? Fue suspendida de facto después de poco más de una década de iure. Tragada por las vorágines políticas e ideológicas que le sucedieron. Al respecto Néstor Carbonell afirma: “La Carta de 1940 –concreción jurídica de experiencias, necesidades y anhelos cubanos- no ha sido abrogada por el pueblo, sino suplantada sin consentimiento. Ella conserva su legitimidad y puede llegar a ser en el mañana, la fórmula de concordia nacional que nos una a todos los cubanos bajo el imperio de la Ley en un alborear de libertad”.

La Carta Magna del 10 de octubre de 1940 fue confeccionada con la intervención de todos los sectores políticos del país. Este consenso lo lograron 76 delegados representando a nueve partidos políticos, entre ellos el  comunista.

La Constitución de 1940 consta de 286 artículos, agrupados en 19 títulos, e introducía modificaciones en relación con la Constitución de 1901, convirtiendo en constitucionales, instituciones que anteriormente eran refrendadas solo por leyes  ordinarias. Ejemplo relevante, de la nueva preceptualización resultó ser la concerniente al trabajo. En esta se establece un mínimo de salario, se regula el seguro social, la jornada máxima diaria, el descanso retribuido y la protección de la maternidad obrera. Por otro lado también reconoce la propiedad privada en su más amplio concepto de función social. Por los derechos defendidos y aprobados, esta Constitución llegó a ser calificada de democrático-socialista. Pionera  en sus métodos y principios mantiene una vigencia tal en nuestros días, que bien podría constituir la plataforma constitucional elemental desde donde la neonata democracia cubana posrevolucionaria dé sus primeros pasos.

Entonces quizás sería conveniente analizar algunos de sus principios fundamentales dado su impacto social y su utilidad  práctica en un ambiente de transición democrática.

lunes, 13 de abril de 2015

El doloroso diente flojo de los cubanos


Foto: http://www.cubanet.org/destacados/los-yumas-nunca-se-han-ido-de-cuba/
Rosy nació en Cuba, una Isla cerrada que siempre la trató como a un paria. Por razones políticas no estudió todo lo que hubiese querido. No tuvo auto, ni una casa hermosa, ni un buen empleo, ni teléfono, ni ordenador, ni agua por la cañería. En su casa no había cañería. Usaban baldes para acarrearla desde un tanque cisterna. Su familia era pobre: siete hacinados en dos habitaciones.

A ella le encantaba viajar, pero nunca se hospedó en un hotel, ni cenó en un restaurant, ni viajó en taxi, ni montó jamás en un avión. Lo más lejos que pudo llegar fue a casa de su tía que vivía poco más allá de la punta oeste de una vieja línea ferroviaria. Conoció el mundo por los libros y los mapas. El Internet lo “descubrió” cuando llegó a los Estados Unidos. Ama los Estados Unidos. No parece estar muy orgullosa de su pasado, ni de su país de origen. Nació –según sus propias palabras- en el país equivocado.
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domingo, 5 de abril de 2015

¿Cuánta historia sabe un estudiante de preuniversitario en Cuba?

92.36



¿Quién es el atrevido que disiente? El peligro de tener razón.





Las reputaciones que duran muchos años dan cierta inmunidad a las personas que las poseen. Entonces las cosas que estas personas afirman se presuponen ciertas y adquieren fuerza de ley, pero… ¿y si se equivocaran?


Cierto profesor confundió un personaje histórico en una conversación extraclase. Un estudiante se dispuso a corregir la inexactitud, sin embargo el educador, herido seguramente en su orgullo, continuó de forma categórica defendiendo su equivocación. El muchacho aunque aportaba frente a todos, los datos históricos adecuados, no conseguía credibilidad. Cuando comprendió que era imposible hacer entrar en razón al profesor y desesperado por la posibilidad de quedar en ridículo, apeló al arbitraje de un tercero que casualmente cruzaba por el lugar.

El árbitro, que también era un profesor, escuchó pacientemente los argumentos y después de mirar a ambos contendientes, aun sabiendo que el chico tenía la razón, dijo a este:

_Mira yo entiendo por qué defiendes con tanta pasión tus argumentos, pero yo no me meto en discusiones de este tipo.