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A no ser que se indique lo contrario, todos los textos publicados en este blog han sido escritos por Jesuhadín Pérez Valdés

domingo, 31 de diciembre de 2017

Samsung Galaxy S5: el vetusto vencedor.


Después de mi rotundo fracaso con el Nokia Lumia 1520, decidí regresar a mi antiguo y familiar Samsung Galaxy S5, Pero... ¿por qué habiendo tantos excelentes teléfonos en el mercado decido regresarme a un terminal del 2014?
He aquí la respuesta.






El Galaxy S5 es un todo-terreno. Una bestia vetusta, pero confiable y poderosa. Un teléfono con carácter.

En 2018 ya no puede competir con los terminales de alta gama existentes, pero en su tiempo dio raya a muchos campeones. Fue un hito en rendimiento y belleza. El Ferrari de la Samsung.

Es el último de una serie de teléfonos “no desechables” en los que se mantenía la idea corporativa de aumentar la vida del dispositivo mediante rápidos y sencillos reemplazos de piezas y partes. El último que hicieron pensando en el consumidor de solvencia media que prefiere reparar, antes que reemplazar totalmente la unidad.

También pensando en un cliente primitivo y manual al cual le resulta mas fácil y práctico extraer físicamente la mini-SD y mover sus fotos directamente al ordenador, que usar nubes virtuales o un software adicional para conseguirlo. ¡Reconozcamoslo: es sabroso mover archivos fácilmente, como si fueran cebollas de una bolsa a una canasta! Lo fácil siempre es agradable aunque no siempre sea mejor. Sin embargo, estos métodos tradicionales se van extinguiendo paulatinamente con los terminales de última generación.

Los 145 g del Samsung Galaxy S5 están muy bien pensados: es fino, ergonómico, de ángulos bastante mas rectos que sus predecesores, resistente al polvo, la lluvia y la humedad. Tiene una excelente cámara frontal de 16 Megapíxeles y un OS flexible, desenvuelto, lubricado, de rápido inicio, muy bien surtido con la Play Store de Google y corriendo sobre el Snapdragon 801/2.5GHz, quad-core con 2GB de memoria RAM y su GPU Adreno 330 que da fluidez a la AMOLED touchscreen capacitiva, de 16M colores y resolución de 1080 x 1920 píxeles, con 5.1 pulgadas en Gorilla Glass de tercera generación excelente para... lo que quieras hacer, ya sea jugar, disfrutar multimedia, leer tus correos o responderlos.

Cuenta además con sensor acelerómetro para auto rotación, barómetro, sensor de huellas dactilares, sensor de ritmo cardíaco, sensor de proximidad para auto apagado, GPS con soporte A-GPS perfectamente integrado, Bluetooth, Wi-Fi 802.11 a/b/g/n/ac; y Direct con banda dual, salida de TV vía MHL, infrarrojos y un laaaargo etcétera que convierte a este terminal -sin dudas- en uno de los mejores lanzados al mercado en la ultima década.

Un smartphone suele estar casi todo el tiempo con nosotros: en el trabajo, los viajes, la cena, el bar, la playa, cuando andamos de excursión, o refrescándonos en la piscina, trabajando en en el ático, el sótano o debajo del auto. El Galaxy S5 se moja lo mismo de lluvia que del agua gaseada de una bebida. Sobrevive tanto a la bañera como al la la zambullida en el retrete. Al derrame de cerveza, café, te, leche, aceite, cereal o arena. Es versátil, resistente, rápido, confiable y muy hermoso para su edad. Es asequible por su precio y muy seductor teniendo en cuenta sus prestaciones lo que le convierten en un espécimen muy competitivo en el mundo de la telefonía celular. Una piedra en el zapato para muchos imberbes teléfonos de última generación.

Mantiene la dignidad del clásico y la frescura de la modernidad con su rectilíneo y uniforme diseño. A esto añada la posibilidad de instalarle el software mas actualizado hasta la fecha sin problemas. Porque fuerza bruta para “quemar llantas” a este terminal le sobran.

De manera que -a pesar de sus años, de su cuestionable batería o de la pobre velocidad de enfoque automático de su cámara frontal- este teléfono merece la pena.

Al menos para mi.

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