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A no ser que se indique lo contrario, todos los textos publicados en este blog han sido escritos por Jesuhadín Pérez Valdés

viernes, 17 de marzo de 2017

Un día en la vida de un inmigrante


Me gusta la electricidad. En mi país fui técnico radio-electrónico durante 10 años. Desde que llegue a USA instalo ventanas anti-huracanes. Estoy de ventanas PGT hasta los g...  

He hecho algunos trabajos de electricidad en la compañía en la que trabajo y me he esmerado para que descubran que puedo trabajar con cables y que lo hago bien. 

Hace dos días el jefe -que es el dueño de la compañía- quería poner un sistema inalámbrico para abrir y cerrar las puertas del strippers club en el que trabajo. Vi el proyecto y me encantó la idea de hacerlo. 

Traje durante dos días mis propias herramientas de electrónica para si me lo daban ejecutarlo sin dilación. Justo ayer hablé con el jefe y le "dejé caer" que me gustaba la electricidad. Que era de los trabajos que más disfrutaba. Él me dijo ayer que yo y Víctor -el mexicano- lo haríamos y estuve feliz. 

Sé que Víctor no puede con la electrónica, pero el jefe confía más en él que en mí. Pero está bien, yo lo entiendo. La confianza no es algo que se gana en un día. Estaba feliz de poder hacerlo con él. Tal vez así me reivindicaba de otras cosas que han salido mal últimamente.

¡Hoy era el gran día! Traje mis herramientas privadas. Y por la mañana... me mandaron a poner una puerta de hierro. Una maldita y estúpida puerta de hierro oxidada y horrible. Tan pesada como la tapa de un sarcófago. Y me dije que quizás sería mas tarde... 

A los 15 minutos llegó Víctor a decirme que a él le habían "asignado" el sistema de puertas que se habría a distancia (remote control). Y él no tenía claro si podía, porque lo mas sofisticado que había puesto era un timbre de puerta. 

Me dolió en lo personal. Era el trabajo que yo quería hacer. Y me habían enterrado bajo las 300 libras del óxido de aquella ridícula puerta de hierro. Pero en fin... ¿qué podía hacer? 

Terminé mi puerta y me dieron otro trabajo con tablas y tornillos. Víctor me pidió ayuda, y fui a verle, pero a estas alturas Víctor creía que podría lograrlo, por lo que no quise robarle el protagonismo. 

Le dejé y me dijeron que pintara una pared. Que pusiera un picaporte ordinario. Que recogiera unas alfombras viejas del piso, que botara la basura... en fin, trabajos de mierda. 

Para las 2.30 de la tarde ya Víctor se había dado por vencido. Me había dicho que sé  llevaría y jugaría en su casa con todos aquellos paneles electrónicos a ver si daba "pie con bola*". Y si no... que buscaran otro. Un técnico o algo así. 
                              
Yo vi los paneles y el amasijo de hermosos cables de colores, miré los planos, llame al jefe, que es el dueño de la compañía, y el magnate de los medios y recursos amparados bajo su  personal signature y le hice algunas preguntas puramente técnicas. Separé los módulos por funciones y los identifiqué. Todo delante de el jefe. Entonces Víctor pareció entenderlo todo repentinamente -como en un destello- y espetó: 
_"Pero si es tan sencillo como un ventilador con mando a distancia". 
_Exacto -dijo el jefe- y como -al parecer- les era tan fácil, pues me fui a otra parte a la "interesante función" de fregar unas brochas... 

A los dos minutos Víctor me dice: "... no sé ni mierda de aquello que explicaste. Lo voy a meter todo en una caja y a la verga con eso." Pero yo -que no puedo evitar mi pasión por los cables- voy al banco improvisado donde él está trabajando. 

Miro un poco. Reviso otra vez los terminales y traigo mi maletita de herramientas que llevaba trayendo todos estos días. Corto unos cables. Hago unos puentes. Conecto aquí y allá, mido, compruebo, aprieto los pares, aíslo, energizo y... ¡todo funciona! ¡Lo hice en 20 minutos! 

Entonces llega el jefe supremo. El dueño de la compañía. El magnate. El que me niega este trabajo desde hace tres días, y dice: 
_"¡Víctor lo lograste! ¡Eso trabaja ya! Que bueno. ¡La semana que viene lo instalamos!". Yo me quedo unos pasos atrás asombrado. 
Entonces Víctor -con honestidad atípica- le dice: 
_"No patrón. No fui yo. Fue él -y me señala a mi. Yo no sé trabajar electrónica. Yo no trabajo 12 voltios. Fue él quien lo logró." A lo que el jefe responde: 
_"No digas bobadas Víctor. Este man esta mas perdido aquí que el portero del Club. No mas mira esa cara. ¡Esta frito... ha, ha, ha!" 
Y Víctor insiste: 
_"Que no fui yo don, fue él (refiriéndose a mi). Él sabe de electrónica. Yo nunca he trabajado con bajo voltaje". Y el jefe-dueño dice: 
_"Víctor ¿que no lo vez? ¿Qué va a saber este balsero** que llegó aquí solo con los remos en las manos? Tienes que enseñarlo Víctor. ¡Tú tienes mucha experiencia!" 
Víctor me mira... y le digo: 
_"... es cierto Víctor, fuiste tú el que lo hizo. Que mas da. Ya déjalo".




*Pie con bola: Acertar algo en particular.** Balsero: El término balsero se usa para referirse a los cubanos que tratan de alcanzar las costas de los Estados Unidos, cruzando en precarias embarcaciones el Estrecho de la Florida, en busca de mejores condiciones de vida.


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