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A no ser que se indique lo contrario, todos los textos publicados en este blog han sido escritos por Jesuhadín Pérez Valdés

viernes, 26 de diciembre de 2014

Cuando nada es lo que parece.

“Los cubanos (que viven en la isla) no están tan mal después de todo. Pues son capaces, de hacer mucho, con muy poco. En América latina por ejemplo, hay países que se las ven peor.” Esto afirmaba el redactor jefe de Le fígaro, periódico francés, a algunos miembros del equipo de Convivencia, entre ellos yo. ¡Es increíble el papel de la propaganda! ¡Y es increíble lo bien que los marxistas saben aplicarla todavía!

El que lea nuestros periódicos oficiales o esté al tanto de nuestros noticieros, se llevara una idea totalmente irreal de lo que sucede en la Cuba de verdad. El gobierno ha fabricado un país virtual para los que, por distantes o por ingenuos, se tragan todo lo que se sirve en los medios oficiales.

Por cierto, medios que no se andan con chiquitas a la hora de disparar cifras y por cientos, esto especialmente en lo que respecta a los éxitos y las proezas, y raramente a las perdidas por la inoperancia empresarial o administrativa de la oligarquía estatista cubana.

Aquellos que se atreven a estudiar el caso cubano, si lo hacen desde las tabulaciones oficiales, no entenderán por qué un país tan educado y eficiente como el nuestro, además con políticas tan acertadas, está todavía en el tercer mundo. Por otra parte, mucha de la prensa opositora e independiente cubana es, a veces, tan exagerada que los que analicen la realidad desde esta otra perspectiva no se explicaran porque en Cuba no ha estallado aun una revuelta popular.

Y es que el caso Cuba se las trae. Aquí nada es lo que parece.

La complejidad del escenario cubano, así como el mecanismo de reacción psicosocial de este pueblo es tan ambiguo, que serviría como instrumento ideal para la tortura intelectual de más de un analista político contemporáneo. La famosa teoría de la relatividad es una bicoca comparada con la formula para la comprensión del fenómeno Cuba.

Sin embargo la situación cubana sigue apasionando a muchos, tal vez debido a esa misma complejidad de matices que la enriquece extraordinariamente. Cuba es comidillas de unos y otros y esto va, desde la derecha conservadora y reaccionaria, hasta la izquierda patética y extremista. De algo si podemos estar seguros los cubanos, de Cuba se habla en el mundo entero. Para bien o para mal.

Eso también se lo debemos a la enorme diáspora que tenemos. ¡Vaya que el internacionalismo tan cacareado por los comunistas, nosotros los cubanos de hoy, le hemos sabido dar una nueva dimensión!, ¡que lo diga el exilio floridano!

Para conocer Cuba, para entender, si bien a medias, como funciona, como reacciona y hacia donde va, es bueno estar cerca de Cuba, respirar el polvo de sus calles, el halito de sus cloacas, el tedio de los discursos oficiales, aunque sea de vez en cuando. Nadie puede conocer tanto a Cuba como los cubanos. ¡Y mira que nos equivocamos!

¡Que país señores, que país! Y que reto para nosotros estos últimos cincuenta años. Este nuevo siglo ha traído sorpresas. Se respira un olor nuevo para Cuba… ¿Metano? No sé.

¿La Isla de hoy como está? Quieta. Silenciosa. Mal agüero para algunos. Inquietud para otros. El país esta suspendido en el tiempo, trabado, ni para adelante ni para atrás. Desde dentro de Cuba se ve esto: incertidumbre, temor, vacilación de una parte y de la otra. La política oficial débil, incoherente, sujetada por unos dogmatismos de los que aun no se puede desprender y que, al mismo tiempo, le asfixian. La oposición política y democrática dolorosamente dividida. Muchos dedos que no acaban de cerrarse en un puño. La sociedad civil incipiente, larvaria, apenas asomando la nariz desde algunos puntos de la nación.

Viejas instituciones comprometidas en principio con la educación de la libertad y la justicia social, como la Iglesia; catalizadora en otros momentos de transformaciones extraordinarias, se aleja ahora de sus doctrinas sociales para coquetear con los poderes terrenos. El mundo democrático representado en Cuba a través de sus cuerpos diplomáticos, marcando una distancia cada vez más grande entre sus proyectos para Cuba y la oposición en la isla. (Esto tal vez por la atomización existente en esta oposición política) Y; ¿Qué puede salir de ahí sino un pueblo confundido, aturdido, casi esquizofrénico y con alucinaciones ultra- fronterizas? La sociedad está enferma.

Desprendiéndose cada vez más de sus raíces, perdiendo identidad en los lares del mundo, mientras un poder anacrónico por método y por doctrina, que sufre de paranoia antiimperialista, gobierna. ¿Ven que mal huelen las cosas?

Así vivimos los cubanos de la isla. Así tratamos de hacer crecer nuestras obras. En esta atmosfera enrarecida educamos a nuestros hijos, y la gran mayoría cree que vive en un país normal. Que es rico porque no paga los estudios y que el socialismo es eterno. Después la apatía. El no me importa quien sea el presidente de CDR, ni el de la provincia, ni el del país, total lo mismo da Carlos Marx que el Pato Donald, todos son iguales y para el caso... mal método. La historia pasa balance después.

Mientras tanto cambian los valores. Nacen capitalistas anónimos y el dinero va siendo el nuevo rey. Todo a escondidas. Como si no pasara. Corrupción, drogas, prostitución y hasta pornografía… pero no se ve porque la prensa se ocupa de la propaganda y no hay suficiente papel, tinta y voluntad para escribir esos ridículos y sensacionalistas reportajes sobre la vida real de los cubanos. Al final, en la dura Cuba de hoy ¿a quien le importan estas cosas?




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