Cuba...
La bruma de la noche enciende los
faroles de la calle
una miseria desgarra todos los rincones
mientras los hombres van despreocupados
a sus asuntos.
Todo fluye normalmente
nadie escucha el aullido de los perros
ni el ruido quejumbroso del crepúsculo.
Nadie se da cuenta,
de paredes que destilan humedad,
y
goteras milenarias
Todo parece rutinario. Las moscas
libando de las flores
las abejas mudadas al estiércol,
pero callan los hombres de la calle.
Tienen miedo de los golpes y los muros.
Huyen despavoridos
para refugiarse en el silencio de las
catacumbas
donde el hongo penetra en el pecho
y
pudre el corazón.
Nada se hace y todo se va hundiendo
poco a poco,
se inicia el cortejo de la muerte.
Los hedores de la decadencia
nos aprietan el pecho
fatuo de mentiras.
… y seguirá así eternamente
hasta que no aprendamos todos
a cansarnos.
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