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A no ser que se indique lo contrario, todos los textos publicados en este blog han sido escritos por Jesuhadín Pérez Valdés

domingo, 29 de marzo de 2015

El espinoso asunto de la pornografía.

“Nos entrenaban para matar personas; sin embargo nos prohibían regresar a casa con una Playboy Magazine”
 (Excombatiente cubano en Angola)

Es tan antigua como la civilización misma. Por allá por la Grecia remota, primitivas vasijas llevaban grabados y textos sumamente explícitos y las ruinas sepultadas de Pompeya dejaron hasta nuestros días, fehacientes testimonios de su existencia y de la forma como los romanos la disfrutaban, la vivían y la aceptaban. Hablamos de la pornografía. (Ver nota 1)

 Fue el cristianismo quien la sepultó bajo toneladas de prejuicios para que la rescataran después los inquietos artistas del renacimiento.

Resurge gracias a estos transgresores de religiones y leyes, como símbolo de un derecho de expresión artística y humana. Así se escurrió disimulada o justificada por un erotismo que puede o no ser arte, pero que se circunscribe a la pasión y el interés que siente el hombre por su propia anatomía, por sus costumbres y sus vicios.

Ninguna otra forma de expresión ha levantado tantas ronchas en la historia de la sociedad humana. Ninguna otra manifestación ha sido tan vilipendiada por unos, defendida por tan pocos y aceptada –silenciosamente- por tantos.

Fue la fotografía la que le dio las características actuales y el empujón que permitió su dispersión a todas las capas de la sociedad. Entonces un desnudo dejó de ser el privilegio exclusivo de un patricio adinerado, para convertirse en algo muy fácil de portar en el bolsillo del saco o entre las hojas de un periódico. Así se fue desligando cada vez más, con las exigencias de los nuevos consumidores, de aquel erotismo romántico de siglos anteriores, para devenir en una explícita manifestación de la intimidad, que poco a poco fue revelando indistintamente todas las conductas y manifestaciones de la sexualidad humana, en su plenitud más salvaje.



La Gran Bretaña de 1890 dio a la luz lo que sería la primera foto “porno” hecha en un país anglosajón (a). A partir de ese momento se han escuchado las más disímiles declaraciones en todos los sentidos.

Los opositores más enérgicos provienen de sectores religioso-conservadores o movimientos feministas (b) los cuales consideran que los materiales eróticos conducen a un relajamiento de la moralidad, deterioran el respeto por las mujeres, induciendo a la violación u otras conductas criminales, poniendo en peligro la estabilidad social y deteriorando la familia en particular. Según una encuesta realizada a 3 423 profesionales estadounidenses en la década del setenta, el 7 % de estos estaban convencidos de que la pornografía actuaba como agente patógeno; y el 9 % suponía que en algunos casos la pornografía había actuado dañinamente. (c)

Los defensores -por su parte- esgrimen fundamentalmente el derecho de libre expresión. Pero, en materia judicial, la libre expresión no puede aplicarse si hay pruebas de que, lo que se expresa, puede resultar un peligro presente y claro; y la pornografía envuelta en un halo de procacidad, no logró, ni ha logrado -en muchos países- aceptación pública y legal; aunque este rechazo se fundamente mas en una conceptualización moral, que en la existencia de pruebas fehacientes del peligro que representa para la sociedad.

Esta procacidad interpretada como algo “corruptor y depravado” fue la principal razón por la que en 1865 el Congreso norteamericano aprobó la primera ley -en los Estados Unidos- contra la obscenidad postal. Ley que fue rápidamente adoptada por los Estados de la unión y a la que se le dio especial seguimiento. Siendo nombrado Anthony Comstock el agente federal, con la misión de hacerla cumplir. (d)

Sin embargo, aunque al principio de su promulgación, un tobillo o una espalda descubierta podían ser considerados obscenos, los proveedores poco a poco fueron poniendo a prueba aquella ley, y las lentes de las cámaras fueron bajando hasta mostrar los pechos, el abdomen, las nalgas… y todo el cuerpo; al tiempo que, cubiertos de indumentarias cada vez más transparentes, dejaban ver poco a poco pezones y vello púbico (e).

Si bien es cierto que los cambios se manifestaban muy lentamente, estas imperceptibilidades eran un reflejo de la tolerancia pública y de la contemporización legal.

No obstante algunos incidentes ocurridos en los Estados Unidos, así como el hecho que algunas naciones europeas (ver nota 2) no consideraran la pornografía como “peligrosa”, llevó a algunos tribunales a replantearse el asunto, llegando a la conclusión de que el sentido universal del término “obscenidad” debía ser actualizado.

La nueva definición expresaba que los materiales para ser considerados “impropios” deberían ser claramente ofensivos a los “estándares sociales” en materia de asuntos sexuales y además debían estar carentes por completo de valores humanos (f). Pero, ¿cuales “estándares sociales” serian tomados como referencia? ¿Cómo se determinarían estos estándares comunitarios? ¿Quiénes decidirían que es obsceno y que no lo es, en base a esos valores predefinidos? ¿El tribunal? ¿Es acaso el tribunal un grupo humano mayoritario? ¿Sería conveniente definir el asunto a través de una consulta pública nacional?

La cúspide de la ambigüedad fue alcanzada en 1969 cuando un tribunal de Georgia decidió que la pornografía podía disfrutarse privadamente, empero, ¡no podría venderse legalmente al público! (g)

Con semejantes bandazos la cuestión llegó muy lejos y muy alto, por lo que el presidente Lyndon B. Johnson se remangó la camisa hasta los codos para meter las manos en tan espinoso asunto.

Para comenzar, seleccionó 18 integrantes de las mas disimiles competencias para instituir lo que se conocería como «American Commission on Obscenity and Pornography». Siendo miembros 1 educador, 2 psiquiatras, 3 sociólogos, 1 representante de la iglesia católica, otro de la protestante y un tercero hebreo; 4 editores y distribuidores de películas y libros y 5 abogados (h). Con la diversidad se procuraba examinar el problema desde múltiples perspectivas.

Esta comisión estaría apoyada por un grupo especial que examinaría la literatura existente. El Congreso monitorearía su desenvolvimiento a través de un grupo de preguntas específicas que dicha comisión debía responder. Se realizaron además, medio centenar de contratos con investigadores del ámbito nacional e internacional y se tuvo en cuenta la opinión pública. El estudio que costó dos millones de dólares al gobierno y dos años de intenso trabajo, arrojaría los siguientes resultados…

El 58 % de los jefes de policía respondieron que la pornografía era un claro determinante criminológico en la juventud. Y aunque el 31 % de los agentes policiales encuestados no estaba de acuerdo con esa tesis (i), la duda sobre si existe o no una relación directa entre la conducta antisocial y la pornografía estalló.

Después de un estudio sobre el particular, las conclusiones sugieren que existe una desconexión entre la circulación y consumo de material sexualmente excitante y el índice de delitos sexuales. Justifica su apreciación la «American Commission on Obscenity and Pornography» en el hecho siguiente: en el periodo 1960-1969 en los Estados Unidos la circulación y facilidad de acceso a material pornográfico se multiplicó en varios cientos por ciento, sin embargo el número de arrestos por delitos sexuales descendió en un 4,5 % (j). Morris A. Lipton, profesor de psiquiatría y autoridad en el «Biological Sciences Research Center» de la Universidad de Carolina del Norte asegura: “El pequeño incremento de este tipo de delitos contrasta con la incomparable mayor facilidad para conseguir pornografía y no apoya la hipótesis de que esta conduzca al crimen sexual en los jóvenes (…) los datos tampoco aprueban la suposición de que (…) aumente el riesgo de embarazos ilegítimos” (1)

Por otra parte, experimentos directos sobre individuos con conductas sexuales antijurídicas demostraron que estos no responden de manera diferente -al bombardeo de materiales eróticos- que como lo haría el resto de la población normal. Otras pruebas demostraron que el promedio de edad en que los violadores habían entrado en contacto con la pornografía era alrededor de los 18 años, en tanto que las poblaciones normales -como grupos de estudiantes o clubes masculinos- lo habían hecho mucho antes. Las personas más consumidoras de material erótico resultaron ser homosexuales y transexuales. Y resultó ser que los violadores y pederastas son menos consumidores de pornografía que la población media estudiada (k). Lo que Morris A. Lipton atribuye a que “la mayoría de los delincuentes sexuales presentan antecedentes sexuales mas represivos, así como historias sexuales mas inmaduras e inadaptadas” (2).

Contrariamente a lo que creían las fuerzas policiales, el 80 % de los psiquiatras y psicólogos encuestados opinaban -basados en su experiencia terapéutica- que jamás habían encontrado un solo caso en el que fueran los materiales pornográficos los generadores de la conducta sexual antisocial, mientras que un 7 % de estos profesionales, la consideraba  como “agente patógeno”. Así mismo, el 77 % de los asesores infantiles y los asistentes sociales tampoco veían peligro alguno en la pornografía. (l)

Por su parte la opinión pública respondió a la pregunta sobre cuál cree que son los problemas principales de la sociedad de la siguiente manera: apenas el 2 % menciono la pornografía. La mayoría de la gente demostró estar más preocupaba por la economía y la guerra que por los “entretenimientos” sexuales… Más de dos terceras partes de la población encuestada opinaban que el consumo de materiales sexualmente excitantes no traería mayores consecuencias. Algunos de los que no estaban de acuerdo y consideraban peligrosa la pornografía, al preguntársele a ellos mismos que efectos negativos había tenido en ellos los materiales consumidos hasta el momento, respondieron invariablemente: “en nosotros los efectos son positivos, los negativos se producen en los demás” (3) (ll)

Y bien, cabe la pregunta ¿Cómo reacciona la gente ante la exposición reiterativa de material pornográfico?  «The Report of the Commission on Obsenity and Pornography» responde: “…la exposición repetida a los materiales eróticos conduce rápidamente a la saciedad” y agrega: “Pudo verse que el tiempo empleado con los materiales eróticos cayó rápidamente de un 90 a un 40 % en menos de cinco días. (…) La saciedad ante los estímulos específicamente eróticos, no afectó en absoluto las actividades sexuales personales. (…) En algunas circunstancias, la exposición a dichos materiales activa temporalmente la conducta sexual pero, cuando ocurre esto, la duración es breve y va seguida de patrones sexuales previos”. (4)

Sin embargo, muchos continúan alegando que la exposición a la pornografía ha estado presente como “elemento de influencia” en demasiados procesos con criminales sexuales como para ser considerada un agente inocuo de la conducta humana. A esto responde Bernard Williams, quien presidió y fue miembro de varias comisiones y comités gubernamentales, como el «Committee on Obscenity and Film Censorship» (1970): “Dada la cantidad de material explícitamente sexual en circulación y las alegaciones que a menudo se realizan sobre sus efectos, es asombroso que se pueda encontrar caso tras caso de crímenes sexuales y asesinatos sin ningún vestigio (…) de que la pornografía estuviese presente en el trasfondo”; y agrega: “…el papel de la pornografía como influencia sobre la sociedad no es muy importante ... pensar otra cosa es sacar la pornografía fuera de proporción, con la cantidad de otros problemas a los que se enfrenta nuestra sociedad actualmente” (5)

En términos de grupos sociales ¿quiénes son los que más enérgicamente se oponen a la libre circulación de pornografía?  Morris A. Lipton asegura: “Los de más edad, los menos escolarizados y la gente sexualmente conservadora…” (6)

Por otra parte, existe una corriente contemporánea que considera la pornografía como una nueva forma de arte, cuya razón es mostrar la belleza de la sexualidad humana. (m)


El arte de Robert Mapplethorpe
Erotismo y arte.

En julio de 1989 «Corcoran Gallery of Art», el museo de arte más antiguo de Washington DC aceptó exponer en sus salas una exposición del fotógrafo Robert Mapplethorpe (1946 –1989) (n) sin cuidar en lo absoluto la temática. Mapplethorpe decidió debutar con su colección «Sexually suggestive». Cuando las autoridades del museo conocieron de qué se trataba, se escandalizaron. El museo decidió cerrar la exposición. Robert Mapplethorpe, fotógrafo norteamericano que se destacó por el contenido impactante de sus trabajos, al punto que muchas de sus obras fueron consideradas pornográficas decía: “Yo busco lo inesperado. Busco cosas que nunca he visto antes... Estaba en una posición en que podía tomar las fotos. Me sentí en la obligación de hacerlo". (7)

Suspender la exposición de R. Mapplethorpe, en julio de 1989, costaría al antiguo museo millón y medio de dólares, consecuencia del retiro legatario que hiciera -como protesta a la censura- el artista Pop Lowell Nesbitt Blair. Tras la suspensión, «Sexually suggestive» fue expuesta por la «WPA» -organización sin fines de lucro- en un edificio habituado a no más de cuarenta visitas los fines de semana. El estreno logró reunir unas 4 000 personas el primer fin de semana. (ñ)

Salman Rushdie (1947) escritor inglés -de origen indio- Premio Booker 1981 afirmó: “Una sociedad libre y civilizada debería ser juzgada por su disposición a aceptar la pornografía”. (8) El hecho de que los países más alejados de la democracia tiendan a proscribirla vivamente, alienta esta creencia.

El franquismo prohibió la pornografía, sin embargo, un curioso fenómeno fue dándose en la sociedad española en la medida que el régimen se debilitaba y se abría paso la nueva libertad. Conforme las fronteras nacionales se abrían al resto de Europa, un grupo relativamente alto de españoles buscaron en territorios vecinos -como Francia- materiales con contenidos sexualmente explícitos y lugares donde la libertad sexual se manifestara más libremente. Fue -según afirma Victoria Prego- un “redescubrimiento de la carne prohibida”. (9)

Fenómenos similares fueron observados en los países del bloque comunista a partir de 1989. Se afirma que -incluso antes de la caída del muro de Berlín- la pornografía, que resultaba incompatible con la moral instituida por los ideólogos marxistas, fue infiltrándose poco a poco en esas sociedades de forma gradual, aumentando su presencia en la manera que el socialismo real iba debilitándose. La transformación llegó a tal grado, que algunos países pasaron de ser meros receptores de producciones foráneas a frenéticos realizadores. Actualmente el lugar número uno en toda Europa, en lo que se refiere a la producción de películas pornográficas, corresponde -sin lugar a dudas- a uno de estos países, Hungría. (o)

De lo general a lo particular: Cuba.

La Cuba de hoy en muchos aspectos en muy similar a la Europa del este durante el último periodo crítico del socialismo real.  Algunos aseguran incluso que la transición cubana ha empezado ya. Muchas cosas podrían cambiar y otras -de hecho- han cambiado. De manera que no estaría mal prepararnos para enfrentar o asumir de manera realista el espinoso asunto en nuestro ambiente social, familiar y personal. Y estar preparados para -desde nuestra perspectiva- asumir el rol que corresponda en cada caso.

¿Cómo vemos los cubanos la pornografía? ¿La exposición directa a los materiales eróticos es causa frecuente de conductas antisociales o delitos sexuales? ¿Debería la pornografía en algún momento ser reconocida como una manifestación artística o un derecho de libre expresión?


“La pornografía es algo inmoral e inaceptable. Estoy convencida que provoca adicción y trastornos psicológicos que pueden llevar a violaciones y abusos diversos. Y yo nunca estaría de acuerdo con que una revista pornográfica fuera vendida en un quiosco de periódicos o una película pudiera verse tranquilamente en un canal de televisión” (D. Pérez) (10)

“Mira, por una parte es bueno, por lo menos para uno. No podemos negar que es placentero ver porno, sin embargo no es correcto. No está bien a los ojos de Dios. Yo creo que sí, que no a todos pero que a gente débil de mente puede llevarla a cometer actos malos. Yo nunca estaré de acuerdo con la legalización de la pornografía” (A. Arango) (10)

“… creo que si se consumiera en pareja no traería mayores consecuencias, pero el asunto es que existe una tendencia generalizada a verla en solitario. Esto genera individualismos. Los individuos se alejan de su pareja, se centran en sí mismos y en sus satisfacciones olvidándose de la otra parte. Creo que a la larga la pornografía daña las relaciones de pareja y esto repercute de forma negativa en el mantenimiento y conservación de la familia. Por otra parte supongamos que cualquiera pueda tener acceso a este tipo de materiales, digamos en la televisión o la prensa, ¿Cómo podríamos proteger a nuestros hijos de eso? Habría que crear regulaciones y mecanismos que ahora mismo no están disponibles”. (D. Palacios) (10)

 “Las prohibiciones que convierten la pornografía en algo prohibido al mismo tiempo la vuelven interesante. Además, que esté prohibida su distribución no evita en lo absoluto su consumo. La gente ve pornografía. La facilidad para conseguirla ha aumentado por cien. Las prohibiciones solo han creado una circulación más discreta, discreción que se debe más a los prejuicios y vergüenzas de la gente que a otros motivos. No creo –además- que la pornografía dañe la relaciones de pareja, todo lo contrario, incita a la experimentación. Aviva la sexualidad. Por otra parte, no creo que ver pornografía dañe psicológicamente a nadie. Yo he visto pornografía y no me dan deseos de violar ni obligar a nadie ha hacer nada. A mí me relaja. El porno y la playa para mí son los mejores relajantes. Deberían poder comprarse como en otros países. Total…” (J. M. Cabrera) (10)

Los criterios son diversos. La tolerancia aumenta. Nuevos recursos tecnológicos permiten la producción y consumo a discreción de materiales que hace treinta años hubieran sido imposibles. Si bien es cierto que la posición oficial no ha cambiado mucho, existe una cierta pasividad al respecto. Un “No” pero “Si”, o viceversa. Como si el consumo “personal” no afectara intereses “generales”.  Sin embargo -al tiempo que se actualizan criterios sobre otros temas como la religión y la homosexualidad- parece que todavía luce demasiado chocante la idea de la pornografía a la ortodoxia revolucionaria. Así que producir y comercializar es aún demasiado ruidoso. Lo que no ha impedido que vaya surgiendo todo un género de erotismo “underground” y en consecuencia, el estallido de algunos incidentes nacionales.

Nueve de cada diez jóvenes menores de 25 años a los que pregunté (p), opinaban que la pornografía no era dañina en lo absoluto.  La mayoría de las personas que la juzgaban peligrosa, consideraban la sexualidad humana un asunto íntimo y evitaban el tema. Los demás opositores tenían formación religiosa, aunque no todos los que tenían algún tipo de formación teísta, la relacionaban con la violación, la pederastia u otras conductas antijurídicas.

Al preguntarles si en ellos, la pornografía consumida hasta el momento, había repercutido negativamente, todos respondieron: “No. La pornografía daña a personas con mentes débiles”. No obstante, ninguna de estas personas, conocían personalmente sobre algún caso probado en donde fuese la pornografía el agente inductor de la conducta antisocial. Todos basaban sus opiniones en información obtenida de forma indirecta.  El 100 % desconoce la relación existente entre el consumo de materiales sexualmente excitantes y la delincuencia en Cuba, publicado por fuentes científicas acreditadas. La mayoría reconoció que su oposición a la pornografía radicaba –fundamentalmente- en razones ético-morales.

Noventa y cinco millones de sitios aparecen en pantalla cuando se teclea la palabra “sexo en un ordenador conectado a internet (q). La mayoría de los cubanos no lo sabe. ¿Qué sucederá cuando lo experimente?   Llegará el momento en el que cada uno de nosotros tendrá que decidir qué hacer frente a un negocio que movió, según «Forrester Research», entre 1998 y 2008 trece mil millones de dólares, de los cuales menos de la mitad eran legales.  

La revista Playboy, la más vendida en Estados Unidos, con una producción de 3 millones de copias al mes (r), resultó prohibida en Singapur en 2003 cuando un comité determinó “que la revista no se vendería más porque la población de Singapur no estaba lista para el uso liberal de la sexualidad con fotos explícitas” (11). Por otra parte, en Argentina, el Segundo Simposio Nacional Multidisciplinario de Sexualidad Humana, juzgó que “la actual pornografía desvirtúa la sexualidad humana, expresándola en formas violentas, ya sea explícitas o implícitas” (12). Otros estudios como el del doctor Reo Christensen de la Universidad de Miami, chocó con la negativa impresión que deja la pornografía en los espectadores. Según Christensen en los consumidores permanece la idea de que “el sexo no tiene relación con la intimidad; que no está relacionado con el amor, el compromiso o el matrimonio (…) y que el sexo irresponsable no tiene consecuencias adversas” (13)

Actualmente, a más de 115 años del rodaje de "Lèar" película de Eugène Pirou y Albert Kirchner -quienes dirigieran la primera cinta en la historia de la pornografía (s)- los criterios continúan siendo muy contradictorios, no solo a nivel de la opinión pública, sino entre los propios estudiosos del tema.

Fue esta –quizá- la razón por la cual la recomendación hecha por la «American Commission on Obscenity and Pornography» proponiendo “la liberación de las leyes existentes, dada la no existencia de pruebas en lo absoluto para suponer que el material sexualmente estimulante acarrease graves consecuencias a la nación” (14), fuera desestimada por el Tribunal Supremo.  El propio Lyndon B. Johnson -que dos años antes había intervenido- rechazó de plano el informe y las recomendaciones. Hecho que respaldó al Tribunal Supremo para que restringiera aun más la pornografía. (Ver nota 3)

Sobre este suceso escribiría tiempo después Morris A. Lipton: “El presidente y el Tribunal Supremo (…) no hicieron sino moverse en terrenos morales, estéticos y quizás políticos”; y añadiría: “La pornografía puede ser vulgar, de mal gusto, una fuente de dinero y una porquería. En suma, puede ser un asco, pero no parece significativamente dañina” (16)

¿Entonces…?

Los cubanos sabremos.


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Notas:
1.     Este trabajo no se refiere en lo absoluto a la pornografía infantil. El autor condena este tipo de delito.
2.     En junio del año de 1969, Dinamarca se convirtió en la primera nación del mundo en legalizar la pornografía.
3.     En 1973, la Corte Suprema acepta el cambio cultural que se estaba desarrollando en los Estados Unidos y declara que no se puede "imponer por ley los valores morales individuales", a partir de entonces cambia el poder persecutorio en materia de obscenidad.

Bibliografía citada:
1: Lipton. Morris A. Tratado de psiquiatría tomo III. Pornografía. Editora Científico Técnica. 1983.
2: Ibídem.
3: Ibídem
4: The commission on Obscenity and Pornography. The Report of the Commission on Obscenity and Pornography. Washington D.C. 1970. Lipton. Morris A. Tratado de psiquiatría tomo III. Pornografía. Editora Científico Técnica. 1983.
5: Williams. Bernard. Comisiones reales. Okawix 0.7. Wikipedia browser.
6: Lipton. Morris A. Tratado de psiquiatría tomo III. Pornografía. Editora Científico Técnica. 1983.
7: Mapplethorpe. Robert. Biografía. Okawix 0.7. Wikipedia browser.
8: Rushdie. Salman. Biografía. Okawix 0.7. Wikipedia browser.
9: Prego. Victoria. La transición española. Doc.
10: Entrevistas del autor.
11: Playboy. Prohibiciones de venta de Playboy. Okawix 0.7. Wikipedia browser.
12: Pornografía. Okawix 0.7. Wikipedia browser.
13: Pornografía. Opiniones sobre la pornografía. Okawix 0.7. Wikipedia browser.
14: The commission on Obscenity and Pornography. The Report of the Commission on Obscenity and Pornography. Washington D.C. 1970. Lipton. Morris A. Tratado de psiquiatría tomo III. Pornografía. Editora Científico Técnica. 1983.
15: Lipton. Morris A. Tratado de psiquiatría tomo III. Pornografía. Editora Científico Técnica. 1983.

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Fuentes bibliográficas:
a: Pornografía. Historia. Okawix 0.7. Wikipedia browser.
b: Pornografía. Opiniones sobre la pornografía. Okawix 0.7. Wikipedia browser.
c: The commission on Obscenity and Pornography. The Report of the Commission on Obscenity and Pornography. Washington D.C. 1970. Lipton. Morris A. Tratado de psiquiatría tomo III. Pornografía. Editora Científico Técnica. 1983
d: Lipton. Morris A. Tratado de psiquiatría tomo III. Pornografía. Editora Científico Técnica. 1983.
e: Ibídem.
f: Ibídem.
g: Ibídem.
h: Ibídem.
i: Ibídem.
j: Ibídem.
k: Ibídem.
l: Ibídem.
ll: Ibídem.
m: Pornografía. Opiniones sobre la pornografía. Okawix 0.7. Wikipedia browser.
n: Robert Mapplethorpe. El escándalo Corcoran. Okawix 0.7. Wikipedia browser.
ñ­: Ibídem.
o: Cine pornográfico. Okawix 0.7. Wikipedia browser.
p: Entrevistas del autor.
q: Muñiz. Alberto. Sexo en la red. Doc.
r: Playboy. Okawix 0.7. Wikipedia browser.
S: Cine pornográfico. Historia. Primeros ejemplos. Okawix 0.7. Wikipedia browser.











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